El cáncer de mama no solo ocurre en el cuerpo, sino también en la mente y en las emociones.

El proceso oncológico puede generar una montaña rusa emocional: miedo, tristeza, ansiedad, enojo, e incluso culpa o frustración. Todos estos sentimientos son válidos y forman parte de la adaptación ante un cambio vital tan grande.

💬 Algunas estrategias que pueden ayudar son:
• Expresar las emociones sin juicio: permitirte sentir y hablar de lo que te pasa no te hace débil, te hace humana.
• Buscar apoyo: compartir con familiares, amistades o profesionales de la salud mental puede aliviar el peso emocional.
• Practicar la autocompasión: en lugar de exigirte estar bien, date permiso para descansar, llorar o pedir ayuda.
• Reestructurar pensamientos: trabajar los miedos y creencias que pueden aumentar la angustia (por ejemplo, “si me deprimo, empeoro mi enfermedad”).
• Conectar con lo significativo: mantener pequeñas rutinas, espacios de placer o proyectos personales ayuda a recuperar el sentido y la esperanza.

💗 Cuidar la salud emocional también es parte del tratamiento.
El acompañamiento psicológico no busca “borrar” el dolor, sino ofrecer un espacio para transitarlo con más recursos, comprensión y contención.

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